Llamados en origen Perros de Seda de La Habana, el término es lo suficientemente expresivo como para describir la delicada textura de su pelaje. Desde cachorro, el Bichón debe ser acostumbrado con paciencia pero con firmeza a permanecer quieto y tumbado en la mesa de acicalar, donde tendrá lugar la sesión de cepillado. Como mínimo estas sesiones tendrán lugar 2 ó 3 veces por semana y si el ejemplar fuera a participar en exposiciones se ampliarían los cuidados.
El pelaje del Habanero suele ser abundante y ondulado, suave y sedoso, especialmente abundante en la cabeza y en el pecho. Sin embargo no llega a tocar el suelo, al perro se le deben ver
claramente los pies. Su manto no se esquila ni se recorta, es un perro que debe llevarse lo más natural posible.
Así nuestro ejemplar sólo necesita ser bañado y cepillado para que luzca de la manera más natural posible, sin ningún tipo de corte de pelo o de complicados recogidos que tanto dificulta el
mantenimiento del aspecto original en otras razas más sofisticadas. Si su Habanero tiene mucho pelo, a lo más que debe llegar es a cogerle un top o moñito en la cabeza, para evitar que el pelo le
entre en los ojos, si lo lleva a exposiciones deberá dejarlo suelto y a su aire